Columna de opinión: ¿Por qué Chile es un ejemplo mundial en transporte público eléctrico? 

30 de Agosto 2023

El transporte público es clave para mitigar el cambio climático, una amenaza a la humanidad, y a la cual no se le ha puesto la urgencia pertinente. El sector transporte no solo es el que más consume energía, superando al sector industrial y minero, sino que es por lejos el más dependiente de los combustibles […]

El transporte público es clave para mitigar el cambio climático, una amenaza a la humanidad, y a la cual no se le ha puesto la urgencia pertinente. El sector transporte no solo es el que más consume energía, superando al sector industrial y minero, sino que es por lejos el más dependiente de los combustibles fósiles. Por lo tanto, no solo debemos potenciar el transporte público y reducir el uso de vehículos particulares, sino que también debemos electrificarlo por dos razones, es más ecológico, pero también potencia el mismo transporte público.  

Si bien el costo de un bus eléctrico puede duplicar el de uno diésel, sus bajos costos operacionales pueden generar ahorros que superen el precio inicial en el largo plazo, haciendo atractivo invertir en ellos sin necesidad de requerir subsidios, como así lo requieren taxis y vehículos particulares. Esto se debe a su alta tasa de utilización, ya que recorren largas distancias anuales, lo que no sucede con vehículos livianos, donde su adquisición va impulsada netamente por la sustentabilidad y no por un beneficio económico.  

Por otro lado, la electrificación del transporte público sirve como una demostración visible e influyente del compromiso con las prácticas sostenibles, lo que puede inspirar a individuos y empresas privadas a considerar transiciones similares, creando un efecto dominó en la adopción de tecnologías de transporte más limpias. Por ejemplo, la tasa de evasión en buses eléctricos es notablemente menor que en buses diésel, lo que se debe a un mejor servicio y sensación de bienestar y comodidad del usuario. Entonces un bus eléctrico incentiva el uso del transporte público, generando una potente sinergia para reducir las emisiones y mejorar la calidad de vida en las urbes.  

La ciudad de Shenzhen en China se convirtió en la primera ciudad con una flota de buses 100% eléctrica, con 16.000 e-buses distribuidos en 4 operadores que sirven al 42% del transporte de la ciudad, detrás del metro eléctrico que cubre el 50% del transporte. Esta electrificación fue resultado de una política central y de incentivos y subsidios gubernamentales. El costo de compra de los e-buses excedió 3 veces al de los buses convencionales, un costo que pagaron como pioneros. Sin embargo, durante la vida útil del autobús, los costos de mantenimiento y combustible fueron aproximadamente la mitad de los de un autobús diésel.  

En el otro lado del charco, Chile se convirtió en ejemplo mundial al introducir buses eléctricos a gran escala sin subsidios ni un mandato como el caso chino. Puede parecer contradictorio, pero hay varios factores que pueden contribuir a que los países subdesarrollados como Chile y Colombia tengan una mayor proporción de buses públicos eléctricos en comparación con los países desarrollados. El PIB de economías emergentes no permite una adopción masiva en vehículos de pasajeros sin incentivos y subsidios agresivos, los que son mejor invertidos en transporte público. Además, estos países tienen una infraestructura de transporte menos establecida, lo que facilita la adopción de nuevas tecnologías. Por otro lado, los países subdesarrollados a menudo enfrentan problemas más agudos de calidad del aire y contaminación debido a la falta de regulaciones y la prevalencia de vehículos más antiguos y contaminantes. Los autobuses eléctricos pueden ofrecer una solución más rápida y directa para reducir la contaminación urbana y mejorar la salud pública.  

En el caso de Chile se tiene abundancia de recursos energéticos renovables como la energía solar, eólica e hidroeléctrica. Usar estos recursos para cargar autobuses eléctricos puede ser rentable y alinearse con los objetivos de sostenibilidad. 

Al hacer la transición de los sistemas de transporte público a vehículos eléctricos, las ciudades pueden tener un impacto significativo en la reducción de las emisiones locales, la mejora de la calidad del aire y la demostración de un compromiso con el desarrollo urbano sostenible. Esto no sólo aborda el cambio climático, sino que también crea ciudades más habitables y respetuosas con el medio ambiente para las generaciones actuales y futuras. 

Columna de opinión por:

Javier Pereda, académico Departamento de Ingeniería Eléctrica, Escuela de Ingeniería UC 

Fuente fotografía portada: Ministerio de Energía de Chile