Salud pública y pobreza energética  

27 de Julio 2023

Integrar el componente microbiológico a la discusión sobre pobreza energética, política habitacional y salud pública en Chile puede sonar un tanto forzado. Sin embargo, el comportamiento físico ambiental de las viviendas y la existencia de problemas como la condensación o humedad en estas, es capaz de explicar estas implicancias para la salud y bienestar de […]

Integrar el componente microbiológico a la discusión sobre pobreza energética, política habitacional y salud pública en Chile puede sonar un tanto forzado. Sin embargo, el comportamiento físico ambiental de las viviendas y la existencia de problemas como la condensación o humedad en estas, es capaz de explicar estas implicancias para la salud y bienestar de los habitantes. 

El grupo de investigación “NEXO MUVA: Microbiología, Urbanismo, Vivienda y Ambiente” surge al alero del proyecto FONDECYT Regular 12013332 “NEXO POBREZA–ENERGÍA–VIVIENDA”, nació en tiempos de pandemia COVID-19 en donde el interés por vincular el mundo de los microorganismos a las preocupaciones arquitectónicas y urbanas se incrementó. 

La iniciativa tiene como objetivo abordar la pobreza energética desde la vivienda, con tal de poder identificar las interacciones entre el hogar, la ciudad, el medioambiente y los microorganismos que interactúan con este, en miras de proponer lineamientos de política pública que contribuyan a superar la pobreza energética en todas las escalas del área metropolitana de Santiago. 

Este proyecto nació en tiempos de pandemia COVID-19 en donde el interés por vincular el mundo de los microorganismos a las preocupaciones arquitectónicas y urbanas se incrementó. 

Felipe Encinas, académico de la Facultad de Arquitectura, Diseño y Estudios Urbanos UC,  investigador del Centro de Desarrollo Urbano Sustentable (CEDEUS) e investigador responsable del proyecto, explica que la trascendencia de superar escenarios de pobreza energética se sustenta en que esto “tiene un impacto directo en la calidad de vida de las personas. Si bien el concepto de pobreza energética en sus inicios fue planteado desde una mirada netamente económica, asociado a los hogares que no son capaces de cubrir sus necesidades energéticas con un máximo del 10% de sus ingresos, hoy en día se considera desde una mirada mucho más amplia, incorporando aspectos como la calidad de la provisión de la energía y el confort térmico en las viviendas”. “En este sentido, una de las facetas que adquiere la pobreza energética –y que ha sido identificada con una alta presencia en Chile– es la denominada “pobreza energética oculta” donde las familias terminan restringiéndose de manera importante en su consumo energético por gastos que les resultan más apremiantes (como, por ejemplo, la alimentación). Si a eso le sumamos el uso de sistemas de calefacción que generan una alta contaminación interior, se genera un escenario sumamente complejo desde el punto de vista de la calidad de vida, salud y bienestar de los hogares”, agrega el docente.  

La presencia de microorganismos fuera de las viviendas tiene un rol importante que hizo ampliar el foco de la investigación a un escenario externo.  En la caracterización de este microbioma urbano se encontraron las condiciones más saludables en recintos bien ventilados y cercanos a áreas verdes del exterior, como por ejemplo, una plaza. De allí que resultara inevitable dirigir la mirada hacia elementos del diseño urbano, tales como plazas, calles, arbolado urbano, etc., con el objetivo de entender el rol de este ambiente exterior y cómo potenciar este círculo virtuoso del microbioma en este continuo hacia el interior de las viviendas.  

En la caracterización de este microbioma urbano se encontraron las condiciones más saludables en recintos bien ventilados y cercanos a áreas verdes del exterior, como por ejemplo, una plaza.

Estudio desde varias dimensiones 

Una de las características de esta investigación es el trabajo interdisciplinario desde varias áreas del conocimiento, con lo que se reconoce que solamente desde la arquitectura, el urbanismo o la microbiología, no se podrán resolver problemas complejos. Felipe Encina lo ejemplifica así: “En el condominio social donde trabajamos, ¿cómo se debe considerar el hecho de que gran parte de los desempeños ambientales que pudimos identificar se deben a los procesos de autoconstrucción en las viviendas? Esto trae una serie de implicancias que van desde lo social, hasta lo constructivo o lo económico. Es por esto, que al equipo extendido también se han integrado disciplinas como la geografía, sociología, construcción y salud familiar”. 

Uno de los resultados que más ha llamado la atención es el hallazgo del hongo Aureobasidium pullulans durante un muestreo de verano en viviendas del condominio social de la comuna de Renca en donde se trabajó. Esto es relevante porque dicho hongo ha sido asociado a problemas de salud como asma o alergias no severas, lo cual es consistente con las observaciones que se han realizado sobre patologías de la construcción como la humedad en muros o rincones y la proliferación de estas situaciones durante el período de encierro de la pandemia por COVID-19. Sin embargo, desde otra perspectiva, se lograron identificar condiciones de diseño arquitectónico que favorecen el poder tener un microbioma urbano como promotor de una buena salud, entendiendo este como el ecosistema completo de microorganismos que se relaciona con nosotros en la ciudad.  

El proyecto FONDECYT ya se está cerrando, pero la investigación se ha ido ampliando y complementando con el apoyo del Centro Nacional de Excelencia para la Industria de la Madera (CENAMAD) y el Centro de Desarrollo Urbano Sustentable (CEDEUS).