Nuestro plato como un aliado para preservar el planeta

24 de Octubre 2023

Podría sonar descabellado, pero una de las fórmulas para cuidar y preservar nuestro planeta se encuentra en nuestro plato. Sí, tal como suena, las decisiones de lo que comemos día a día podrían ayudar a frenar los efectos de la crisis socioambiental que vivimos como humanidad.  Un artículo publicado en “Nature Food” señala que nuestros […]

Podría sonar descabellado, pero una de las fórmulas para cuidar y preservar nuestro planeta se encuentra en nuestro plato. Sí, tal como suena, las decisiones de lo que comemos día a día podrían ayudar a frenar los efectos de la crisis socioambiental que vivimos como humanidad. 

Un artículo publicado en “Nature Food” señala que nuestros alimentos y la forma en que estos se producen impactan en nuestra salud y en el medio ambiente. En cada una de las etapas de lo que comemos, ya sea producción, procesamiento, transporte, distribución, preparación, consumo y eliminación; se generan gases de efecto invernadero que terminan en la atmósfera y elevan la temperatura de la Tierra.  

Bajo este escenario, María José Rojas, encargada de educación continua de la carrera de Nutrición y Dietética de la Pontificia Universidad Católica de Chile, señala que las decisiones que se toman, tanto en la industria de los alimentos como los propios consumidores, tienen relación directa con temas tan relevantes como la utilización de procesos y energías más limpias, con la gestión de residuos, con un patrón de alimentación de menor impacto medioambiental, entre otros. De esta manera, se explica que los cambios en esta cadena deben ser sistémicos e individuales. 

En cada una de las etapas de lo que comemos se generan gases de efecto invernadero que terminan en la atmósfera y elevan la temperatura de la Tierra.

En términos personales, la profesional UC afirma que nuestras elecciones alimentarias podrían impactar en varios niveles del desarrollo sostenible. “En primer lugar, tenemos que pensar que el impacto fisiológico que tienen los alimentos sobre nosotros tendrá directa relación con nuestra salud. Mantenernos saludables podría evitar, por ejemplo, la sobrecarga de los sistemas de salud, permitiendo asegurar este derecho a quienes lo requieran con urgencia, y por lo tanto contribuir con el Objetivo de Desarrollo Sostenible número 3 identificado como Salud y Bienestar”. “Por otra parte, las decisiones que tomamos respecto a la adquisición de alimentos, considerando aspectos como estacionalidad, búsqueda de productores locales, etc., contribuirán a que aquello que estamos comiendo tenga una menor huella de carbono. Además, nuestro patrón de alimentación también impacta en la emisión de gases de efecto invernadero, pues sabemos que la producción de alimentos de origen animal tiene un mayor impacto medioambiental que aquella de origen vegetal, por lo tanto, el migrar, en la medida de lo posible, hacia un patrón de alimentación reducido en alimentos de origen animal, podría contribuir al desarrollo sustentable”, agrega. 

Un reto a nivel personal que parte con hacernos cargo del problema. Si bien existen nociones sobre qué podría implicar alimentarse de manera más sustentable, muchas veces se hacen oídos sordos, esperando que alguien más se haga cargo. En este sentido, afirma María José, la invitación es a tomar medidas pequeñas pero significativas en nuestras vidas, que podrían ir, como ha sido mencionado, desde disminuir el consumo de alimentos de origen animal, hasta gestionar los residuos, tanto orgánicos como inorgánicos, que generamos en todo el proceso. “Es necesario pensar que la transformación paulatina de nuestra forma de hacer las cosas contribuye a que luego insertemos estos aspectos como un hábito”, puntualiza.  

Las decisiones que tomamos respecto a la adquisición de alimentos, como escoger productos locales, incluye en la huella de carbono de estos.

En este sentido, ¿qué significa llevar una alimentación sustentable? Esta sería aquella con un impacto medioambiental reducido, que protege y respeta la biodiversidad y los ecosistemas. Además, es aquella que contribuye con la seguridad alimentaria, es decir, con la disponibilidad, el acceso, la utilización y, por supuesto, la estabilidad de estos tres factores en el tiempo. “En este sentido, y de manera más aplicada, una alimentación sustentable podría considerar un patrón de alimentación con un mayor porcentaje de alimentos de origen vegetal, que considere la estacionalidad de los alimentos y la producción ética e idealmente local de estos. Otro factor que podría incluirse dentro de una alimentación sustentable es la gestión de residuos, es decir, una adecuada planificación alimentaria que contribuya con el mínimo desperdicio de alimentos, y una gestión final de residuos tanto orgánicos como inorgánicos”. 

Sin embargo, este camino a una alimentación conforme con la preservación del planeta a veces puede resultar complicado, ya que los principales obstáculos están en que muchas veces el sistema no está tan alineado con una alimentación sustentable. Por lo tanto, se hace imperante contar con políticas públicas que aborden esta temática, con el fin de no exponer a quienes desean llevar a cabo una alimentación sustentable a algún potencial problema de salud.