Columna de opinión: Salinización del suelo
Los suelos son un recurso finito, no renovable y son esenciales para múltiples funciones, particularmente, son la base de la vida al sostener la producción de alimentos, fibras, madera y otros. Proporcionan el hábitat para el crecimiento de raíces, almacenan agua y nutrientes para las plantas; regulando el clima con el secuestro de carbono y la […]
Los suelos son un recurso finito, no renovable y son esenciales para múltiples funciones, particularmente, son la base de la vida al sostener la producción de alimentos, fibras, madera y otros. Proporcionan el hábitat para el crecimiento de raíces, almacenan agua y nutrientes para las plantas; regulando el clima con el secuestro de carbono y la purificación del agua. Al manejar el suelo de manera inadecuada, se puede deteriorar su condición y conducir a su degradación.
Bajo determinadas condiciones de clima y de disponibilidad de agua, se pueden acumular sales solubles en el suelo, formándose así los suelos salinos. Si además poseen alta concentración de sodio, serán suelos salinos sódicos y si sólo contienen altas concentraciones de sodio, se denominan suelos sódicos; existiendo para cada uno los indicadores químicos para su clasificación.
Existen procesos naturales de largo plazo de acumulación de sales solubles en el suelo, relacionados con escasez de lluvia, clima árido y zonas sin drenaje. Hay otros factores antrópicos que pueden influir en la salinización, como el manejo inadecuado del riego que sumado a la escasez de precipitaciones y la evaporación superficial alta, aumentan la concentración de sales disueltas en el suelo. También otros manejos como altas aplicaciones de enmiendas orgánicas, exceso de fertilizantes de alto índice salino, entre otros.
La salinidad afecta negativamente las propiedades físicas y químicas del suelo y el equilibrio ecológico, afectando el crecimiento y la diversidad de organismos que viven en el suelo. Produce un estrés abiótico que causa deterioro en las plantas, se reduce la cobertura vegetal de los suelos y puede aumentar la erosión. En el caso de los cultivos disminuye el crecimiento y productividad, provocándose importantes reducciones en el área de tierra cultivada.
Las principales sales solubles del suelo son las de cloruro, sulfato de sodio y magnesio, así como carbonatos de sodio y calcio. Además, en la fracción acuosa del suelo se encuentran otros iones como bicarbonatos, boratos y nitratos. Hoy en día se cuenta con los laboratorios acreditados como “agroanalisis UC” que cuentan con los métodos analíticos para caracterizar la fertilidad y la salinidad del suelo, así como la calidad química del agua de riego. La primera estrategia para abordar y manejar la salinidad, es contar con un buen diagnóstico, tanto del suelo como del agua de riego y dependiendo de su composición se toman las decisiones de manejo y se evalúa la posibilidad de rehabilitación del suelo.
Entre las estrategias para corregir o evitar una acumulación excesiva de sales, están la aplicación de una cantidad extra de agua, de modo que supere la evapotransportación (evaporación del suelo y transpiración de las plantas). Esta fracción de lavado, debe pasar a través de la zona radical para desplazar el exceso de sales. La cantidad y la frecuencia dependerán del clima, el suelo, el agua y la sensibilidad del cultivo, requiriéndose un buen drenaje del perfil que permita la lixiviación de sales. También se debe evaluar si existe una napa freática con ascenso del agua por capilaridad, de forma de verificar la posibilidad de instalar drenaje artificial.
Si en el suelo hay estratas compactadas o selladas en superficie, es recomendable mediante alguna labor como el subsolado romper estas capas, de forma de favorecer la infiltración y permeabilidad.
Cabe destacar que es necesario que exista investigación y que se desarrollen especies y cultivares tolerantes a la salinidad mediante mejoramiento e ingeniería genética, de tal forma de mejorar la reducción del rendimiento en situaciones de estrés por salinidad
Por último, para ser sostenible en el uso del recurso suelo, se requiere que se este monitoreando permanentemente a través de análisis de suelo, así poder hacer diagnósticos certeros y a tiempo para manejar de la mejor manera posible el recurso suelo.
Columna de opinión por
Claudia Bonomelli, académica Facultad de Agronomía e Ingeniería Forestal UC