El valor de reutilizar en la Escuela de Arte UC

18 de Diciembre 2025

En los talleres de la Escuela de Arte de la Pontificia Universidad Católica de Chile (UC), lo que antes era considerado residuo hoy comienza a leerse como posibilidad. Trozos de madera, listones irregulares, placas de MDF, mallas, telas, alambres y pastas cerámicas que solían terminar en la basura, hoy circulan nuevamente entre estudiantes, docentes y […]

En los talleres de la Escuela de Arte de la Pontificia Universidad Católica de Chile (UC), lo que antes era considerado residuo hoy comienza a leerse como posibilidad. Trozos de madera, listones irregulares, placas de MDF, mallas, telas, alambres y pastas cerámicas que solían terminar en la basura, hoy circulan nuevamente entre estudiantes, docentes y comunidades educativas gracias a Descarte, un proyecto que propone repensar el vínculo entre creación artística, uso de materiales y responsabilidad ambiental. 

La iniciativa surge desde los talleres de Máquinas y Herramientas, el Laboratorio de Arte y Tecnología (LAT) y el Taller de Cerámica, espacios altamente demandados por cursos de pregrado y educación continua, donde cada semestre se concentra una intensa producción material. Pese a que el uso responsable de insumos forma parte de los criterios de evaluación, al cierre académico era recurrente encontrar una gran cantidad de restos provenientes de procesos de construcción de obra. Frente a ese escenario, el equipo de talleres comenzó a preguntarse por el destino de esos materiales y por las posibilidades reales de un segundo uso. 

Así nació Descarte, un proyecto que opera en dos niveles complementarios. Por una parte, se enfoca en identificar, recuperar, clasificar y almacenar materiales sobrantes o abandonados por los estudiantes para que puedan ser reutilizados en cursos posteriores o por la comunidad de la Escuela de Arte. Por otra, abre un espacio más experimental y pedagógico: imaginar nuevos usos para esos restos, transformándolos en herramientas, mobiliario o material educativo destinado a comunidades escolares. 

Herramientas para cerámica hechas a partir de madera reutilizada. Fotografía cortesía Proyecto Descarte.

Para Catalina Ramírez, académica de la Escuela de Arte UC y coordinadora del Taller de Máquinas y Herramientas de la Escuela de Arte, uno de los cambios más significativos ha sido cultural. “Los estudiantes se han sumado a usar los descartes y hubo un par de meses en el año en que nuestras cajoneras estuvieron casi vacías”, comenta. Ese gesto, aparentemente simple, ha ido acompañado de la instalación de nuevos hábitos de taller, como desarmar trabajos que no se desean conservar, retirando clavos y tornillos para facilitar su reutilización. “Esto ha impactado de manera significativa en la cantidad de basura que sacamos y, al mismo tiempo, nos alegra ver que los procesos creativos no se ven interrumpidos por no tener materiales”, añade. 

El funcionamiento del proyecto implica una logística constante. Tras la recolección, los materiales pasan por procesos de revisión, limpieza, redimensionamiento y clasificación según criterios como tamaño, forma, materialidad o estado. Un listón de pino largo y en buen estado puede quedar disponible para estudiantes; uno más pequeño puede convertirse en material pedagógico; y otro, deteriorado o pintado, puede encontrar un uso funcional en el taller de cerámica, por ejemplo, facilitando la circulación de aire en el secado de planchas de yeso. Esta mirada situada y práctica permite garantizar estándares de seguridad y calidad, apoyándose en la experiencia técnica del equipo que trabaja cotidianamente con estos materiales. 

Más allá del impacto interno, Descarte ha extendido su alcance hacia el ámbito educativo. Parte del material recuperado se ha transformado en recursos pedagógicos para niños y niñas en edad preescolar y básica: cuerpos geométricos para el juego creativo, letras y números cortados en láser para el aprendizaje de lenguaje y matemáticas, paletas y estecas elaboradas a partir de antiguos atriles dados de baja. Estos materiales han sido destinados, en una primera etapa, al Colegio Paulo Freire de San Pedro de la Paz, institución cuyo proyecto educativo tiene como ejes la sustentabilidad, el pensamiento crítico y la cultura del buen vivir. 

La experiencia también ha permitido abrir conversaciones sobre escalabilidad. Para Ramírez, replicar el proyecto en otros contextos no depende solo de infraestructura o presupuesto. “Hay un factor humano clave”, sostiene. La disposición a no desechar lo que aún puede servir, aunque eso implique más trabajo, y la convicción de que contar con material para probar, equivocarse y aprender es invaluable, resultan fundamentales. En ese sentido, el tiempo, el espacio y, sobre todo, el valor que los equipos asignen a los procesos de recuperación y reutilización aparecen como condiciones centrales. 

La iniciativa surge desde los talleres de Máquinas y Herramientas, el Laboratorio de Arte y Tecnología (LAT) y el Taller de Cerámica de la Escuela de Arte UC. Fotografía cortesía Proyecto Descarte.

El proyecto se ha fortalecido, además, a través de alianzas internas, como el vínculo con Laboratorios Vivos de Aprendizaje, la Red de Laboratorios UC y el respaldo de la Dirección de la Escuela de Arte. A futuro, Ramírez visualiza un especial potencial en el trabajo conjunto con la Facultad de Educación, particularmente en el diseño de metodologías y materiales pedagógicos para niñas, niños y adolescentes. 

Aunque Descarte no se define estrictamente como un proyecto de investigación académica, sí dialoga de manera profunda con preguntas centrales de la sustentabilidad en las artes. Desde la práctica cotidiana, propone una ética del cuidado que reconoce los límites de los recursos, asume la responsabilidad por el impacto de la producción artística y recupera una relación más atenta y afectiva con la materia. Una enseñanza heredada de generaciones anteriores de docentes, como el escultor Osvaldo Peña, quien transmitía a sus estudiantes la importancia de “sacar la menor cantidad de palo posible para llegar a la forma que uno busca”. 

En el gesto de pensar en materia antes que en materiales se condensa el espíritu de Descarte: una práctica que, desde el taller, invita a mirar los restos no como un final, sino como el inicio de nuevas formas de creación, aprendizaje y consumo responsable.