Columna de opinión: Educación ambiental como construcción y transformación

19 de Enero 2023

El Día Mundial de la Educación Ambiental tiene su origen en 1972 con la Declaración de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente Humano, en la que se presentó la necesidad de contar con criterios y principios comunes para ofrecer inspiración y orientación para preservar y mejorar el medio ambiente. Han pasado más de […]

El Día Mundial de la Educación Ambiental tiene su origen en 1972 con la Declaración de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente Humano, en la que se presentó la necesidad de contar con criterios y principios comunes para ofrecer inspiración y orientación para preservar y mejorar el medio ambiente. Han pasado más de 50 años desde la declaración de este día ¿Cuánto hemos logrado desde entonces? ¿Qué nos queda por hacer?

Todos los días somos testigos de las grandes problemáticas medioambientales del planeta y de las consecuencias del cambio climático, especialmente para las personas y naciones más vulnerables. Según el último Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (2022), el calentamiento global está conduciendo a la destrucción cada vez más irreversible de ecosistemas terrestres, de agua dulce y marinos, generando un contexto de permanente incertidumbre.

En este escenario, la Educación Ambiental debe ser implementada como un proceso de construcción y transformación permanente que garantice que las personas posean el conocimiento y las habilidades para abordar los desafíos ambientales actuales y futuros que enfrentarán en sus vidas. Es necesario potenciar una comprensión profunda de nuestra relación con los medios y con los otros y entender las problemáticas ambientales como problemas colectivos.

Para ello, debemos avanzar desde los trabajos puntuales de Educación Ambiental como reciclaje, huertos y celebración de efemérides hacía una Educación Ambiental crítica, reflexiva y transformadora que incorpore constantemente conceptos más amplios como la sustentabilidad, el territorio, el desarrollo social y económico y la consideración de las diferentes realidades de la población. Lo anterior, emergería por impulsar prácticas educativas que tengan sentido para todos y que reconozcan los intereses y las necesidades de cada persona.

La Educación Ambiental debería incorporarse de forma transversal a las asignaturas del currículum escolar y también en la formación superior, creando espacios de diálogo y reflexión en torno a sus propias prácticas y al impacto de sus decisiones en el medio ambiente y sociedad. Al mismo tiempo, es necesario considerar la Educación Ambiental en los espacios de educación informal y no formal, como parques, plazas, museos y otros, en que el aprendizaje de las temáticas socioambientales ocurra en un ambiente auténtico en que cada persona puede identificar las problemáticas asociadas y proponer soluciones para las mismas.

Lo anterior implica una mirada integradora de los diferentes espacios educativos, disciplinas y posibilidades de trabajo en torno a la Educación Ambiental, potenciando el aprendizaje en contexto y la construcción de saberes de forma colaborativa, construyendo comunidades que se hacen cargo de la educación del presente y del futuro. Lograr una nueva forma de Educación Ambiental es un proyecto ambicioso, pero es momento de empezar a construirlo.

Columna de opinión por Natália Cändido Vendrasco, académica Facultad de Educación UC