La crisis hídrica no afecta a todos(as) por igual

8 de Junio 2023

El sexto Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) de la Organización de Naciones Unidas (ONU) es garantizar la disponibilidad y la gestión sostenible del agua y el saneamiento para todos(s). Esto se traduce en que el acceso a recursos hídricos limpios, potables y seguros constituye un prerrequisito esencial para que las comunidades puedan prosperar. Sin embargo, Chile lleva […]

El sexto Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) de la Organización de Naciones Unidas (ONU) es garantizar la disponibilidad y la gestión sostenible del agua y el saneamiento para todos(s). Esto se traduce en que el acceso a recursos hídricos limpios, potables y seguros constituye un prerrequisito esencial para que las comunidades puedan prosperar. Sin embargo, Chile lleva 14 años consecutivos de sequía, según cifras del Ministerio de Medio Ambiente. Un escenario poco alentador que nos plantea la siguiente problemática: ¿Quiénes se ven más afectados por la crisis hídrica?

Camilo del Río, académico del Instituto de Geografía UC, explica que los efectos de la sequía tienen varias dimensiones muy relacionadas entre sí, pero, principalmente, socioeconómicas y ecológicas. “Si bien la magnitud y extensión espacio-temporal de la mega sequía es bastante homogénea, sus impactos no son los mismos, ya que la cantidad y distribución de la población, las actividades productivas y los ecosistemas presentes varían a lo largo del territorio. Por lo tanto, la misma sequía puede tener distintos efectos o implicancias en agricultores de la cuenca de Petorca, la población de una megaciudad, como Santiago, o pobladores rurales del secano costero. Ahora, más allá de las diferencias territoriales, la población más vulnerable es la que queda retrasada en soluciones temporales, planes de mitigación o adaptación, por lo que el efecto de la sequía es aún mayor”, agrega el docente universitario.

Consultado por la relación entre pobreza y falta de agua, Camilo señala que hay muchos estudios que indican que hay una relación muy fuerte entre ambos. Por ejemplo, una de las poblaciones más vulnerables a nivel urbano es aquella que vive en campamentos, ya que sólo un 5,9% de los asentamientos accede al agua potable de manera formal, de acuerdo con el último Catástro Nacional de Campamentos (Techo, 2023). Por su parte, el mundo rural encuentra también serios inconvenientes, en tanto los programas de Agua Potable Rural (APR) no logran dar cobertura a toda la población, en parte, por problemas derivados de la sequía.

La sequía tienen varias dimensiones muy relacionadas entre sí, pero, principalmente, socioeconómicas y ecológicas.

En esta misma línea, Rocío Espinoza, directora ejecutiva de Fundación Amulén, organización que tiene como misión desarrollar e implementar sistemas de acceso a agua potable de forma segura y sostenida para mejorar la calidad de vida de las comunidades vulnerables, declaró a Futuro360: “Tenemos dos Chiles, uno que puede vivir con 300 litros al día, y otro de gente que es de extrema pobreza, que vive con 350 litros a la semana, y con eso tienen que comer, ducharse, alimentar a sus animales, y nosotros les pedimos que salgan de la pobreza como si nada”.

Respecto a las medidas que debemos tomar como país para que estos sectores más vulnerables no se vean tan afectados, Camilo del Río, quién también es parte del proyecto “Iniciativa UC frente a la sequía”, explica que lo fundamental es avanzar rápidamente en la gestión y planificación hídrica, y esta tiene que desarrollarse a nivel de cuencas, ajustada a la realidad territorial. Para ello resulta urgente “conocer en cada cuenca todas las fuentes hídricas disponibles, su infraestructura hídrica, la distribución y demandas de agua de la población urbana y rural, las actividades productivas que se desarrollan y los ecosistemas existentes. Con esa información como base, se planifica y se gestiona de manera integrada en busca de un equilibrio”, añade.

Para finalizar, el investigador de nuestra casa de estudios plantea que no es una problemática de fácil solución, puesto que existen muchos actores e intereses involucrados. “Se necesitan buenas y claras regulaciones, y en ellas, es clave considerar estrategias de adaptación al cambio climático”, puntualiza.

“Lo fundamental es avanzar rápidamente en la gestión y planificación hídrica, y esta tiene que desarrollarse a nivel de cuencas, ajustada a la realidad territorial”, explica el académico Camilo del Río