El quiebre a lo lineal con una economía circular
Desde 2003, la organización Global Footprint Network calcula el Día del Sobregiro de la Tierra, es decir, el día del año calendario en que la humanidad consumió los recursos naturales que el planeta puede renovar en un año. Este año, la Tierra alcanzó esta fecha el 2 de agosto, mientras que Chile se adelantó a […]
Desde 2003, la organización Global Footprint Network calcula el Día del Sobregiro de la Tierra, es decir, el día del año calendario en que la humanidad consumió los recursos naturales que el planeta puede renovar en un año. Este año, la Tierra alcanzó esta fecha el 2 de agosto, mientras que Chile se adelantó a la tendencia mundial y llegó al sobregiro el 15 de mayo, lo que significa que si todos los habitantes del globo vivieran como un residente de nuestro país se necesitarían 2.71 planetas Tierra para mantener esa forma de vida.
Este complejo escenario nos obliga a cuestionar los hábitos de consumo que tenemos como sociedad y el modelo de mercado del cual somos parte. El actual paradigma es el sistema económico lineal que se define como un sistema en donde se extraen materias primas para fabricas productos y luego estos se desechan sin tener en cuenta la huella ambiental y sus consecuencias, dice Gaspar Guevara, académico del curso de formación general de la Pontificia Universidad Católica de Chile “Introducción a la economía circular”.
Sin embargo, desde la necesidad socioambiental emerge el modelo de economía circular. El profesional lo describe, a grandes rasgos, como “un modelo que permite repensar los modelos de producción y consumo de una forma alineada con el medio ambiente. En ese sentido, elimina el concepto de residuos, busca regenerar los sistemas naturales y trata de hacer que fluyan en la naturaleza de la sociedad y la economía, materiales en su más alto valor. Entonces, esa forma es cuidar lo que tenemos y también tratar de generar un impacto positivo en el medio ambiente”.
El profesional explica que para transitar desde un modelo lineal a uno circular se reconocen cuatro dimensiones: modelo de negocio, diseño de producto, condición de habilitante y la infraestructura para logística inversa. La primera tiene que ver con que hoy en día las empresas se miden por el desempeño financiero y no desde la creación de valor que puedan entregar las compañías hacia la sociedad de forma más holística. El objetivo es que en el futuro las firmas consideren procesos vinculados a la economía circular para que no se generen impactos negativos hacia el medio ambiente o, en el mejor de los casos, se generen impactos positivos que regeneren el medio ambiente.

Por su parte, es necesario considerar el re-diseño de productos que vayan en una línea más circular. Además, se debe contemplar la condición habilitante, que tiene que ver con estados propios del contexto en el cual se está inserto, como políticas públicas que incentiven el reciclaje, que la gente tenga conocimiento del tema y le den relevancia a estas temáticas para que haya cambios en los hábitos de consumo. Finalmente, debe existir una infraestructura necesaria para que pueda haber un ciclo inverso de los productos en una cadena productiva.
Si bien, todas estas dimensiones serían vitales para un ecosistema de economía circular, el rol de los consumidores también es clave para que el sistema funcione. “Su rol es fundamental. Los consumidores necesitan tener un cambio de mentalidad que, por un lado, los empodere para tomar mejores decisiones y que se transformen ellos también en un actor fundamental en este proceso”, explica Gaspar Guevara. A lo que agrega que: “Muchas empresas dicen que no van a cambiar sus productos porque sus clientes no se los están pidiendo, entonces en realidad pueden seguir siendo una empresa que contamina porque su cliente quiere un producto barato”.

Si hablamos de cómo ha logrado penetrar este modelo en Chile, el docente UC señala que nuestro país está bien encaminado, ya que se cuenta con una ley de Responsabilidad Extendida del Productor (REP), definida como un mecanismo en virtud del que los productores de productos prioritarios son responsables de la organización y financiamiento de la gestión de los residuos derivados de la comercialización de sus productos en el país; se perfila como una cuna de innovación con empresas que operan bajo una lógica de economía circular, entre otras variables.
“Ahora, ¿qué cosas faltan? Yo creo que falta empezar a tener legislación un poco más fuerte en plásticos tóxicos, legislación un poco más fuerte en el rol que tiene que ver con los recicladores de base, en la transición hacia una economía más circular, y también el poder bajar barreras normativas relacionadas con implementar acciones de economía circular”, finaliza.